martes, 16 de diciembre de 2014

Prospecciones ópticas, 1. Virajes

Pesco peces en el río con red irisada. Yo cazo: vengo a cazar, cámara en mano, fotografías y videos. Cámara fija en el caos de la percepción, el dulce y afilado transgredir las formas. El cambio, el viaje: el viraje. Astucias de la captura repetitiva, persistente ojo, radar, imán hacia el metal de lo que se transforma: la forja de un rebelde, la forja de un instante. Difracción de lo hostil, anamorfosis de lo vírico, del enemigo: la cámara traspasa, trasciende: enciende... entiende. ¡Bienvenidos, bienvenidos al festín de lo infinitesimal! Deja atrás el alfabeto de ese tipo caduco que te acompaña y vuela: siempre estás invitado, siempre está permitido; vuela en la irisación de la piedra del momento. Más allá, en el puntillismo de los pliegues: esas líneas que trenzan los raíles, que rasgan la tela del oleaje, dibujando al sabio, también al experto ante la pantalla de datos; germinando los circuitos cerebrales y esa espera en un surco invisible en tu sien intachable, inviolable; la espera que culmina en un nuevo viraje, aquél en la que se halla contemplada en el inmenso azul de un ojo utópico, ausente, en la tierra de la distancia impenetrable y conocida, amiga.

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