miércoles, 24 de diciembre de 2014

Sobre "La expresión", acuarela de Claudia Guillen

El otro día le comenté a Claudia Guillen lo que me sugería su acuarela "La expresión". Creo que es interesante presentar tanto mi comentario como la posterior explicación de la autora que, si bien parecen ir por diferentes sendas, creo yo que podrían -no lo descartaría- complementarse en una síntesis armónica. Visto así, puede tener interés la publicación a la que ahora procedo, yuxtaponiendo los textos: primero, mi comentario; acto seguido, la explicación de la autora (fotógrafa y pintora). Como me comenta Claudia tras su explicación "lo interesante de esa imagen es que nos lleve a imaginar diferentes historias. Eso es lindo y, además, fantástico".


La expresión.






Comentario


El rostro de la mujer es confiado, sereno, responde desde la seguridad, la confianza y tiene como una expresión en los ojos, quizas en los labios, de estar entremezclado, interconectado con todo el batiburrillo de formas de color que ocupan el resto del cuadro que, a mi modo de comprender, expresan el cúmulo de sensaciones asociadas a la fantasía, la imaginación. Digamos que la mujer está inmersa en ese mundo de percepciones suyas, sensaciones que es el mundo de la forma y el color desencadenándose de un modo inconsciente; aunque la composición del cuadro (colores, formas bien dispuestas, consistentes) quizás definan una actividad de regulación de todo ese mundo caótico por parte de la mujer, que actuaría a modo de demiurgo, canalizando las formas, los colores (canalizando las sensaciones). Es entonces una mujer que se muestra en su mundo -lo que, como he dicho, veo en la mirada y en los labios seguros, sugerentes no menos ni más que herméticos; quiero decir que esos labios, en su estar sellados (herméticamente) a la vez tienen una presencia, una confianza en lo que presenta (a ella y el mundo que percibe), y quizás pueda compartir con el espectador. La pertenencia de la mujer a ese mundo de su creatividad se expresa, según veo yo, en las formas (como manchas, pero que no son del todo manchas, ni simplemente manchas) en su rostro. Como un maquillaje, pero tampoco sólo eso. La participación del inconsciente en su presencia (presencia que sería el aspecto consciente, lo que se deja ver como signo instantáneo ante el otro, en este caso ante el espectador). También pienso, de esas "manchas" en el rostro, que pintan la desnudez, la blancura en la que quedaría el rostro, como dándole su nueva razón de ser, su nuevo ser-mensaje como signo (la marca del inconsciente y su poder transformador sobre la realidad externa "virgen" (virgen en el sentido de un camino de nieve virgen, no pisado anteriormente), realidad externa del cuerpo, del rostro). El inconsciente genera la nueva máscara sobre la antigua máscara blanca (blanca como desnuda, "virgen", quizás "pura"). Pero es una nueva pureza ahora, la pureza de la mezcla, de los flujos del inconsciente transformador (y (re)generador) de la realidad cruda, bruta; transformación sobre la que la mujer tiene poderes demiúrgicos (creadores), "mágicos". El inconsciente son los flujos caóticos y la mujer traza segmentos en el caos de la vida, lo regula (como decía al principio), lo canaliza. La mujer -a mi modo de ver- a la vez se ofrece al espectador como parte del flujo de composiciones del inconsciente propio, lo invita, pero sin una entrega total, manteniendo a la vez una distancia (tal como lo veo yo), la distancia que, quizás, le permitirá seguir siendo creadora en la vida de su imaginación. La mancha bajo el ojo, las difuminaciones en el otro lado de la cara, me sugieren evanescencia y distancia, como la firma de la propiedad de la mujer a su mundo, que es su forma de ver el mundo, la vida, de sentirla.


Explicación

Interesante lo que piensas y sientes al ver esa imagen; yo te cuento su historia: en la clase de fotografía hicimos una vez una clase especial de retrato en blanco y negro, y esta chica que fotografié, compañera de mis clases de fotografía, fue una de las fotos que más me gusto, pues al contraluz su pelo parecía un halo de inocencia, sin embargo la chica reflejaba en su cara una expresión más picara, no tanto de inocencia, y su pelo rizado me divertía, me parecía que invitaba al juego; me daba la sensación que estaba a punto de soltar una carcajada y la estaba conteniendo. Si bien su expresión es seria, sus ojos dicen otra cosa. Después, al ver la foto y empezar a jugar con ella digitalmente, quise ponerle algo de la foto, esa picardía con color, pero de una forma imaginativa, donde se pudiera enfatizar esas ganas de jugar, y de ser joven, de destacar de una forma diferente; y fue así como puse los colores llamando a la fantasía, a la juventud, a la rebeldía. Interesante todo eso que dices de la imagen, me gusta.

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